La taza.

5 de la tarde, ya era hora de continuar con el trabajo. Esta vez la pausa entre clientes fue larga, pero siempre llegan, siempre quieren saber. Doña Mamba, en su cocina bien arreglada, repleta de especias, calderos y cucharones abrió la llave de agua, lleno la parte inferior de la cafetera y empezó a preparar este café especial que a la gente le gusta tanto, que la gente busca, que la gente espera mientras piensa que le deparará su futuro aún sabiendo que no hay cosa más incierta que esa.

Después de que sube el café, doña Mamba saca su juego de tazas blancas de la repisa enorme que tiene en su sala pequeña. Lo sirve en una cafetera de porcelana que hace juego con el resto de la cubertería. La lleva a la mesa en una linda bandeja de plata y toma asiento, antes de servir el café a su cliente, la mira a lo ojos y dice: -''y ojalá que todo lo que yo vea suceda''-. Santa, la clienta nueva que nunca en su vida había hecho algo por el estilo, responde: -''yo vine porque me dijeron que usted era buena en esto, pero realmente no creo mucho no, sólo estoy probando a ver''. Comentaba a la vez que doña Mamba servía el café.

Santa, un poco incrédula, mira con cautela todo el movimiento, agarrando fuertemente su cartera con la mano izquierda se decide a tomar la taza de café con la derecha, observa indecisa el liquido tan negro como la noche, se presina y susurra: -''que sea lo que Dio' quiera''.- Doña Mamba sonríe al otro lado de la silla, esperando que Santa termine su café especial, luego toma la vasija y empieza a dirigirse a la cocina para calentar el asunto, así el mensaje se esclarecerá y quedaría pasmado en el fondo de la misma, claro como el agua. Doña mamba finaliza el proceso y continúa a dirigirse a Santa, quién está tan impaciente que pregunta apresurada: -''¿Y que ve, es algo malo?''-. Doña Mamba toma asiento y observa cuidadosamente la taza, dándole vueltas para entender mejor.

Cuando Santa está apunto de hacer otra pregunta, doña Mamba mira hacía arriba y dice: -''veo a un hombre blanco, que viene hacia a ti con mucha fuerza y rapidez, tiene algunos 30 años, está triste por tu causa". Santa, totalmente pasmada afirma: -''ese es Pascual, yo sé, dígame y ¿qué más?.''- a lo que a doña Mamba muy desconectada de lo que ve, responde: -''Nada más''-. Santa, extrañada, dice: -''¿Cómo que nada más?, ¿Y el dinero que tiene que llegar?. Pascual, es el que lo tiene. Digame, ¿ese dinero llegará?. Doña Mamba deja la taza sobre la mesa, sonríe, y contesta, -"no hay nada más"-. Santa se molesta un poco, y reclama: -''¿Como que nada mas, eso era y ya?, ¿cómo asi?, expliquenme porque eso no puede ser, yo no le page a usted para que me dijera eso''-.

Doña Mamba se comienza a levantar de la mesa, indicando que la sesión terminó mientras le dice: -''le aseguró que lo que le dije, es lo que pasará, ni más ni menos.''- Santa se para bruscamente y grita. -''Usted lo que es una ladrona, que se pone a hablar mentiras, usted no ve nada ni sabe nada. ¡Ladronaza, devuélvame mi dinero!, es más, la voy a desacreditar que le dolerá mas. Buena ladrona"-.

Santa molesta, sale del lugar, pensando que fue una pérdida de tiempo, que es una tonta por darle oportunidad a cosas como estas y pensando va maldiciendo todo a su alrededor, cruza las calles sin mirar, y de un momento a otro, es atropellada. De inmediato el carro de un hombre alto blanco de algunos 30 y algo más o menos se estaciona, y sale corriendo mientras llora. En la cocina, Doña Mamba, sonríe, y prepara su próximo cafe.